jueves, 25 de diciembre de 2008

Imitando a Mr. Ellis

De repente morir no se queda como un pensamiento sino que empieza a volverse un acto. Me duele la cabeza, tomo un par de aspirinas (efervescentes) y esperaré 15 minutos para el efecto, parece que si llega, pero de a poco, muy levemente.

Me acuesto y pongo en aleatorio al ipod, suena All is full of love, de Björk, irónico. La cena navideña me cayó mal, puede que haya sido el vino caducado que tomé, era espumoso, se puede caducar, supongo.

Prendo un tabaco, negro, de los que me regaló Charlie, y lo hago sabiendo que puede hacer que regrese el dolor de cabeza que aparentemente se estaba yendo. Lo fumo, es decir, lo acerqué 2 veces a mi boca y ya se había terminado (estoy perdiendo la noción del tiempo). Ahora es Interpol, creo que Not even jail (ya estoy perdiendo la capacidad de reconocer canciones).

Cojo el bisturí y lo pongo en mi antebrazo, presiono mucho, pero no me hace nada, está sin filo y oxidado (tétanos); busco desesperadamente en mi velador por algo con que cortarme y hay muchos pedazos de espejos, pero ninguno parece que me haría daño. Al fin encuentro un pedazo de estilete y me corto el dedo para probar si sirve. La sangre sale ligeramente, apenas un puntito rojo del pulgar. Rasgo mi antebrazo, pero no sale nada, aunque si me duele, me arde, y llega completamente como una ráfaga el efecto de sentirse "drogado", me invade una especie de alivio por todo el cuerpo y me dan escalofríos, quiero estar solo en ese estado. Me paso el estilete por donde inicialmente me había cortado unas 3 ó 4 veces más y se ven pequeñas bolitas rojas que quieren salir. Presiono una vez más y las bolitas se despegan de la piel y se unen, y hacen una fila, como un hilo, y luego una gota gigante que baja hasta mi codo. Lamo la sangre. Me estoy quedando dormido, Björk de nuevo con Cocoon. Creo que sí caigo realmente. Ya no me duele la cabeza.