domingo, 2 de mayo de 2010

Maldito Estúpido Gato

Fue raro... sentía que discutía conmigo mismo, como si me viera a un espejo y dijiera todo lo que dije y esperaría exactamente las mismas respuestas (al menos al principio). Estaba semi-enojado, pero creo que no era tanto eso. Sí era verdad cuando decía que no sentía nada, como si mis neurotransmisores se hubieran secado y lo poco que quedaba de ellos solo hacía pequeñas chispas que yo las confundía con ira. Y decidí que era estúpido ponerse mal por eso, por la acción, pero sí me podía poner mal por la omisión de la acción, es decir, por el hecho de que parecía ocultar (o mentir) algo ("because without it [the truth] we're animals"- Jude Law como Dan en Closer). Fue al baño (tuve muchas paranoias cuando fue) y regresó tranquilo (pensé en la merca), fue entonces cuando derrumbé el muro que había estado toda la noche entre nosotros... y me acerqué a la mesa (todo este tiempo estuve prácticamente acostado en la silla), y le dije, "te amo", junto con otras cosas que no recuerdo literalmente ahora. Al final no pasó nada, no hubo conclusiones o peor finales felices o dramáticos, aparentemente todo estaba bien, pero no habíamos dicho nada. Fuimos a su casa, no dijimos nada. Ya para qué íbamos a decir más, necesitábamos algo como demostración física (no me refiero a tener sexo) de que todo había pasado, solo un abrazo, probablemente, o un beso (o muchos). Me quedé. Todo estaba de nuevo "normal", la pseudo-relación nunca se dañó, solo digamos que vi directo al sol por mucho tiempo, mis conos y bastones se quedaron sobreexcitados y me dio una migraña, esos días que no sentía nada, era solo dolor por la cabeza, sin cicatrices, sin secuelas (ni a corto ni a largo plazo).

Esa dizque pendejada de la burbuja nunca se va a dañar, al menos no por ahora. Hay cosas que intentan que se reviente, y creo que son porque desde adentro mismo yo las he ocasionado. Aún no creo que fue justo que haya reclamado todo lo que reclamé y peor que se haya sentido mal por una de esas estupideces mías. Nunca intenté manipularle, ni tampoco "hacer que me vea" de esa forma intentando mostrar el otro lado de mi pseudo-personalidad.

Pasan los días y siento que me estoy pegando como con ventosas, tal vez sea demasiado, me asusta, no quiero que mi presencia le parezca asfixiante. Aún tengo miles de paranoias, pero estoy intentando dejarlas a un lado, aunque sean totalmente adictivas, o necesarias; son necesarias porque me hacen ver luego cómo son las cosas, me hacen sentir esperanzando (porque con las paranoias no espero nada, y luego las cosas llegan, y me pongo pseudo-feliz).
Este estado de sentirse semi-drogado, semi-alucinando es genial. Aún quiero lo imposible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario